Por dentro de encuentras un local de los años 70, con sus sofás de skay, madera oscura y mucho dorado. Mesas pesadas de mármol, una radio antigua y una gran barra de latón de las que ya no se ve...¡ahí es donde me tomé el Colacao! No veía otra cosa que pedir en un sitio como ese y a altas horas. Lo sé, es una bizarrada pero me encantó.
Como entrantes pedimos una ensaladilla rusa la mar de buena, casera, con su patata cortada y una ración dentro de una gran patata (la cual también se podía comer).
También pedimos un surtido de mezes a base de hummus (bien), baba ganoush, berenjenas aliñadas (ricas ricas), verduras encurtidas con pimienta rosa y pan de pita.
Seguimos con un buen lomo de atún a la plancha hecho tataki con una base de tomate y cebolla picadito, muy bueno. Para acompañar la hamburguesa me pedí yuca frita en vez de patatas. Soy bastante amante de este ingrediente cubano (por lo menos allí se da mucho) y que tiene mil formas de hacerse.
En cuanto a hamburguesas, me decanté por la grandburger porque me la recomendaron. Un queso cheddar crujiente como nunca antes lo había probado, me pareció escepcional. Buena carne, buenos ingredientes y un buen pan. Me gustó bastante.
La atención no pudo ser mejor sinceramente, nos tocó un camarero educadísimo y muy atento. El precio medio puede ser unos 20€.
Situado en C/ Guzman el Bueno 67, Madrid
Consejo nutricional: La yuca frita, es una opción alternativa a las ya conocidas patatas fritas que nos las tomamos hasta en la sopa, o poco falta para que nos las tomemos. La yuca, ese tubérculo con alto contenido en hidratos complejos, y también buena fuente de vitaminas y minerales.
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