martes, 28 de abril de 2015

Alabaster, bocados para el recuerdo

Hoy por la mañana he cogido el portatil y me he sentado en la terraza del French Olive, un restaurante la mar de apañado aquí en Doha. Y es que a pesar del calor y lo mucho que hay que visitar, tengo que mandar un par de artículos y contestar un mail a algún paciente...pero todo eso desde Qatar cuesta menos.




La cuestión es otra. Hace apenas un mes mis padres vinieron de visita a Madrid, que el niño andaba escaso de comida de la tierra y mamá tenía que llenar la nevera.
La idea era pasear por mi barrio, tomar un vermú en la Ardosa (el favorito de mi padre), ir a ver una exposición al Palacio de Cibeles, y a continuación ir a comer a Alabaster, recomendado por mucha gente como uno de los imprescindibles del momento.




Ladrillo visto pintado de blanco, cristales estallados para evitar ver a los comensales de la sala (buenísima solución), iluminación justa y necesaria y mesas magníficamente vestidas. Tras las presentaciones y un tour por el lugar, apoyar nuestras posaderas y empezar degustando algo tan casero y tan habitual como una empanada gallega de carne.




Y si eso nos había parecido muy común, continuamos con unos muslitos de perdiz con frutos secos. Atención a los frutos secos porque en muchos platos nos los encontramos. Desde el punto de vista nutricional es un aplauso para el cocinero/chef/el que corta el bacalao.




En el tema de los maridajes nos pusimos en manos del que más sabe, Fran, jefe y sumiller y la media cabeza pensante de Alabaster junto con Óscar.
Empezamos con un Crianza 2011 de Rioja, un Viña Real bastante suave.




Dejando los aperitivos a un lado, empezamos con unos entrantes para compartir. Sardinas ahumadas en tosta con queso de Arzúa, tomate y cebolleta. El pan me encantó (creo que de centeno) y unos lomos de sardina limpios y brillantes y perfectamente tratados. Un buen bocado para continuar el espectáculo.




Ya que estamos en época de esta verduras de la tierra, espárragos de Tudela con camarones y nueces. Como dirían los americanos, "crunchy crunchy", ese ruido en la boca al meter el fruto seco y el camarón. Suavidad y crujiente, ¡festival de las texturas! (veo que esto me está quedando un poco pedante con tanta palabrería).




Quizás la unión de alimentos que más me gusta sea la trufa y el huevo. Y si a eso ya le añades foie pues aprendo unas sevillanas por ti.
En este caso eran unos huevos con cigala, trufa y jamón ibérico y si mi recuerdo no falla, debajo del huevo también tenía patata. Buena mezcla de sabores, de nutrientes y de alimentos.




Y para acabar con los entrantes, canelón de cordero y repollo con bechamel de cacahuetes. Esa la cremosidad en estado puro, y mira que por dentro no se puede ver como está, pero imaginaros un jugoso cordero desmigado...así era.




Cambio de vino y cambio de tercio, como en los toros. Empiezan los segundos.
Fran nos recomendó continuar con Rioja pero una línea más joven procedente de una bodega como es Exeo, el Letras Minúsculas se postula como un vino moderno y fresco y ¡qué coño!, bastante bueno (con perdón por la grosería).






Mi opción fue elegir merluza, y creo que junto con haberme comprado una moto en Madrid y operarme de miopía, es una de las mejores elecciones que he tomado en mi vida.

De llorar la merluza de pincho al vapor con pil-pil de lima limón y espinadas guisadas. La mejor que he probado en mi vida, y lo digo alto y claro y sin ningún miedo, ¡la mejor hasta el momento!, pero, ¿habéis visto que lomos?
Blanca, fina, suave...¿sigo escribiendo adjetivos pomposos? Mira, vete a probarla y me cuentas. Nunca he puesto 2 fotos de un plato, por algo será...




Como la merluza me la pedí para compartir con mi madre, aparte me pedí pinto hecho albóndigas con salsa verde de marisco y algas. Muy buena la opción de las algas y meter almejas en el plato, aunque eso sí, después de la merluza nada es igual.




Para acabar con la función, mousse de chocolate con frutas encima y crujiente de caramelo con frutos secos. No sé si lo podéis apreciar pero eso naranja que asoma por debajo del caramelo es naranja. Bien por meter frutas, y bien por meter frutos secos de nuevo. Punto por vosotros.




La verdad que un trato maravilloso por parte del equipo, explicando plato por plato, ayudándonos en las elecciones, y en amenizarnos la comida. De precio en torno a 50€ cabeza (invité yo a mis padres, siento decirlo pero para una vez que lo hago me hace ilusión).

Situado en C/ Montalbán 9, Madrid

Consejo nutricional: Meter frutos secos a ensaladas, cremas o incluso proteínas como la carne o el pescado es algo que deberíamos apuntar para llevarlo a cabo. Aportan grasas buenas, son buenas para el coco (entre otras cosas) y además crujientes, que es una de las sensaciones que más nos gustan a la hora de comer.

2 comentarios:

  1. Guillermo,

    Sigo tu blog en feedly desde hace bastantes meses. Esta vez, como coruñés en Madrid y además vecino del Alabaster, tocas mi debilidad y no puedo menos que manifestarme. El restaurante es absolutamente espectacular. Las croquetas de cigala que probé ahí fueron de lo más rico que me he llevado a la boca en la vida. Aún sueño con ellas.

    Ánimo en Doha. Voy a menudo y lo encuentro algo decepcionante para caminar (¿dónde están las aceras?), hacer deporte y comer. Siempre acabo en el Trader Vic's del Hilton los jueves por la noche y evito el libanés del Movenpick Tower and Suites como la peste.

    Un saludo

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  2. ¡Qué locurote! Menos mal que me pillas sin hambre, dan muchas ganas de ir con esta carta de presentación.

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