lunes, 5 de enero de 2015

Zalacaín, ¡como un señor!

Hola a todos, feliz año...sé que estáis empachados de navidad, de aguantar a la suegra y de comidas hasta las 8 de la tarde, pero aquí se habla de gastronomía, y el propósito de 2015 es seguir haciendolo así que coge aire y continúa leyendo anda, ¡que te va a gustar!




Hoy desempolvamos el traje, sacamos los tirantes y la corbata y nos ponemos algo de colonia, porque uno no va todos los días al restaurante con más solera de Madrid, Zalacaín. Ese restaurante que no se valora por estrellas (que también) sino por tenedores, queda mucho más auténtico, más de toda la vida. Lo que habrán visto esas paredes, y lo que habrán odio...¡me encantaría echar la vista atrás 20 años por ejemplo!




La sensación que me transmitió nada más entrar y dejar los abrigos amablemente, llamarme 4 veces señor, y agradecerme un par de ellas por sentarme a la mesa, fue de lo más educado. Sinceramente más que de la comida (exquisita) me gustaría hablar de la experiencia, de las sensaciones que siente una persona de ventitantos años poco acostumbrada a estos lares, y la forma de desenvolverse. Tras picar alguna croqueta y algún aperitivo más (no sé si llamarlo aperitivo queda fino o no), llegó el momento de las cartas.




La carta de platos es algo que domino y que puedo solventar sin ningún problema, pero cuando me trajeron la carta de vinos, de 3 dedos de altura creí morir de la vergüenza. Sé que el traje me hace muy mayor, pero ¡que yo no soy muy entendido señor, ayúdenme!
Finalmente salimos airosos, al fin y al cabo no es tan complicado cuando lo tienen perfectamente clasificado por bodegas y añadas, así que al final estaba chupado. Por cierto, pedimos un Viña Tondonia reserva 2002 un tinto bastante bueno.




Empezamos con una ensalada de perdiz en escabeche con sus hongos y cebolletas que le daban ese toque de vinagre. Flipado estaba con la cubertería, vajilla en general.




Continuamos con un capelo verde con anguila ahumada y boletus edulis que me pareció toda una revolución. Parecido a una crema de espinacas (en el color), por dentro era como una caja de sorpresas con la exquisita anguila con toques ahumados que se mezclaba con la crema...sabores nuevos para mi.




De segundo me pedí pollito asado en su jugo con patatas soufflé. Mi plato favorito es el pollo asado, y quería saber como cocinarían allí un plato tan sencillo y quizás una de las carnes menos sabrosas del mercado.
Tras presentarme al pollito recién salido del horno, di el O.K. para que lo desmenuzasen y presentasen en plato. Jugoso y natural, animal que lo han tratado con mimo nada que ver con un pollo normal. Propósito 2015, ¡hacerme con un corral! El huerto fué en 2014 y lo conseguí.




De postre, dulces navideños. Polvorones, mazapanes y turrones y una inmensa teja (no sé si en Madrid se llamará igual pero en Zamora si), hecha con frutos secos y que era una finísima lámina nada pesada.




Como Juan y yo les caímos en gracia a los allí presentes, nos invitaron a una copichuela..."¿un ron cola?, Juan por favor, que esto es Zalacaín, piénsate el ron que vas a pedir!"
Atención magnífica en algunos momentos me llegué a sentir incómodo, ya que nadie se había preocupado anteriormente por mi. ¿Ambiente? Matrimonios de 60 años, embajadores, políticos, personas de negocios, y algún que otro apuesto nieto con su abuela. Precio 100€.

Situado en C/ Álvarez de Baena 4, Madrid

Consejo nutricional: La anguila o angula (que no la gula del norte) es un pescado azul, quizás el más graso pero que más contenido en vitamina B2 tiene, la riboflavina si mis conocimientos en bioquímica no me fallan. Es bueno consumirlo (grasas insaturadas) pero cuidado que tiene purinas y nos puede dar gota.

1 comentario:

  1. Llevo sin comer una teja mmm eso con el café está buenísimo, y bueno si hay apuestos nietos hay que ir XD que gracia me ha hecho.

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