martes, 27 de septiembre de 2011

Bélgica, un país de fin de semana

En febrero saqué un hueco para pasar un fin de semana express en Bélgica, visitando Bruselas, Brujas y Gante, por favor, abstenerse diabéticos porque la cantidad de azúcar que alli se maneja no es normal.

Ahora que empieza el otoño, y que las vacaciones han acabado, una buena escapada por tierra belgas es una forma de desconexión muy recomendable.

Mi mural favorito con Tintín

Bruselas a parte de ser una ciudad cómoda, acogedora y con una arquitectura de cuento, en el tema gastronómico me recordó mucho a París, con esos minirestaurantes con encanto.

Brujas

Concretamente la noche que llegamos fuimos a cenar a Fin de Siecle, en el Barrio de Sainte Catherine, donde comimos codillo con mostaza, patata y ensalada (bomba de relojería para la noche) unas salchichas extragrandes y una ensalada con jamón y queso. Muy bueno, pero muy fuerte para cenar, la mostaza pasa factura.

Interior con pizarras a modo de carta

Al día siguiente, prontito arriba y en ruta hacia Brujas. Estuvimos poco tiempo alli, lo que recuerdo son las cantidades y cantidades de tiendas de gofres, de chocolate...

Una tienda de gofres y servidor con cara de frío
Interior de una "Chocolatier"

Llegamos a Gante justo para comer, fuimos a un sitio donde sólo ponian sopas (yo, que soy de cuchara, disfrute como un niño), llamado Soup'r, la calle era impronunciable, pero estaba por el centro de la ciudad.
Las sopas muy bien de precio, en torno a 4€, de 1/4, 1/2 litro y a las cuales podías añadir picatostes y demás condimentos.

De vuelta a la capital, esa noche cenamos por la zona de la Place du Grand Sablon, tranquila, oscura, muy cómoda para pasear. En el restaurante L' Entree des Artistes, nos sirvieron los famosos moules et frites, o lo que en nuestra tierra entendemos como mejillones con patatas fritas, en Galicia los ponen mejor.

Servidos en cazuela

A parte pedimos salmón, que estaba bien lo único que lo acompañan de salsas y demás y pierde sabor, también una rica fondue, salimos en torno a 75€/3 personas, bien la verdad.

Al día siguiente, un paseo mañanero de domingo por el centro, tranquilidad, gente por todas las calles, mercadillos donde te venden hasta su abuela...y llegados a Rue de Rollebeek nos detuvimos en una cafetería con encanto, no nos pudimos resistir y entramos a comer (creo que eran las 12.30, pero había hambre)

Las mesas estaban sólo de un lado, era pequeño

A pesar de las horas, pedimos croquetas, gambas, sopa de cebolla...platos raros para ser Bélgica pero la verdad que muy buenos, magnífica sopa de cebolla, sólo saben hacerla bien en estos paises.
No recuerdo a cuanto salimos pero fue barato.

Un viaje corto, intenso y que no podéis dejar perder si tenéis ocasión.

2 comentarios:

  1. Muy bueno, aunque tengas cara de frio

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  2. Es difícil competir con la calidad del producto de mar en Galicia, eso es verdad.

    Si te gustan los platos de cuchara, te recomendamos que la próxima visita a Bélgica pruebes la Waterzooi de ave: en invierno, ¡te devuelve a la vida!

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