lunes, 24 de septiembre de 2012

Le Cabrera, Gas-tro-Bar

Se acabó el fin de semana, hoy es lunes y toca llorar un poco...¿no es así? Se ha acabado el verano, se caen las hojas, se cae el pelo, "que sí, que no, que caiga un chaparrón con azúcar y turrón".




Así estoy con la llegada del otoño, pensando que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero no, el sábado fue mejor que hoy, indudablemente, y es que después de la perseverancia de mi amigo Jorge, decidí ir a probar Le Cabrera.




Quedé con mi amiga Celia para contarnos un poco la vida mientras movíamos el bigote. Le Cabrera por dentro es un sitio bonito, pero, ¡PERO! tanto espejo me volvió un poco loco.

Llegamos y bueno, como aquí cuento siempre mi experiencia en los restaurantes, hoy no va a ser menos. Lo dicho, llegamos...mesa para 2, blablabla. Parece ser que allí no hay mesas al uso, tienes que compartir una gran mesa para 10 comensales ó comer en la barra ó en unas mesas bajas nada propias para cenar.
¡Ay que en estas situaciones los españoles nos alteramos! Con lo bien educados que están en Europa con lo de "compartir es vivir".




Nosotros que somos jóvenes y no ponemos "peros", decidimos sentarnos en la gran mesa "para compartir", pensando en ¿quiénes serán nuestros vecinos?
Aquí la barra con vistas a la cocina. Buen sitio si vas solo y te apetece parlotear con los cocineros y echar un ojo mientras cocinan.




Me llamaron la atención los cubiertos, como diría mi querida madre, "muy monos pero poco útiles". Pues eso. He de decir, que una cosa que me gustó mucho, es que hubiese una jarra de agua fría en la mesa sin haberla pedido, tal y como hacen en EEUU, chapó por vosotros.




Tras explicarnos la carta y guiarnos un poco, el camarero nos trajo pan con tomate. Bien, para ir abriendo boca.




Un rico tartar de corvina, un pescado que he probado en alguna ocasión y que esta vez lo tomaba de manera diferente. Acompañado todo ello por una especie de salsa "made in China" en el buen sentido de la palabra, es decir, muy usada para platos asiáticos.




Como esto es TODO para compartir, continuamos con unos exquisitos chupa-chups de pollo. Crujientes y con una cama de tomate y pimientos.




Otro plato curioso fue la berenjena con queso fresco trufado. Me llamó la atención que tras comerlo, se te quedaba un regusto muy fuerte, concretamente de comino. Suave aroma a trufa.




Bombón de carne.




Para el deleite y babeo de los lectores, foto-precisión. Carne de ternera picada + foie caramelizado + crema de setas. Simplemente una maravilla, y una buena combinación de sabores.




Siguiendo con el festival de la tapa, nos tomamos unas endivias con Idiazábal. ¿Cuál fue nuestra sorpresa? La presentación de las endivias, que sino me equivoco estaban hechas al horno con un sabor muy tierno y un acompañamiento inmejorable. Creo que de los mejores platos por no decir el mejor.




De postre una mousse de chocolate con mango. Bien, no estaba mal.

La atención buena, y mejor cuando salió a saludar el cocinero o chef para que no se enfade. De precio en torno a 35€, la verdad que barato no es, pero tu paladar te lo agradecerá, el bolsillo no, pero tu paladar te aseguro que si.

Situado en C/Bárbara de Braganza 2, Madrid

Consejo nutricional: Esto de compartir puede ser peligroso (me refiero a la comida) para los que no tienen medida y se precipitan con el primer plato, entre otras cosas porque vas a pedir una gran variedad de alimentos. Hay que Probar de todo y no Comer de todo, así evitarás una buena dosis de Sal de Frutas por la noche.





Como teníamos una apuesta pendiente que perdí, nos fuimos a tomar unos mojitos al Óscar (@RoomMateHotels) que tienen una terraza con unas vistas acojonantes y con una piscina relajante a esas horas, así que os animo a que vayáis a disfrutar de los últimos rayos de sol del verano día.

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