lunes, 10 de diciembre de 2012

Andorra, ¿influencias gastronómicas?

Tengo que decir que uno de los mayores placeres en la vida es comer, hasta que vas a esquiar y disfrutas de ese momento en que te quitas las botas de esquí nada más bajar de pistas.

Hecha esta placentera reflexión que se repite todos los años, este puente he estado con mis amigos esquiando en Andorra. Andorra es ese lugar donde se habla catalán raro, donde llamar por teléfono te cuesta 2€/min a pesar de estar a 30km de España, ese lugar donde todos los productos son grandes, donde la gasolina, el tabaco y el alcohol es lo más vendido y donde no eres nadie si no te compras un par de colonias.




Llegamos al apartamento de mi amigo Manuel, calefacción a tope y un congelador muy particular a la par que natural, ¡la terraza!, y es que no es la primera vez que este tipo de sitios se usan como nevera improvisada.




Tablas de snow, guantes, esquís...todo preparado. Hasta aquí muy bien, pero a media mañana a uno le entra un hambre, y qué. Bocadillos de pavo con queso, barritas energéticas, pero un parón en pistas, quiero decir, un parón en el bar de pistas viene mucho mejor.




Unos caldos calientes eran las cervezas para los que más frío teníamos. Nada del otro mundo pero cuando hay hambre no hay pan duro, o cuando hay frío no hay caldo Aneto malo.




Y para acompañar a los bocadillos, unos nachos con queso, patatas fritas y demás calorías para afrontar el frío y a los sufridos cuádriceps.




Tengo grabado en la memoria esas caminatas por Pas, Soldeu y Andorra la Vella con las manos en los bolsillos y los hombros encogidos, esa imagen de mis amigos caminando en esa posición de tienda en tienda. Y es que los escaparates de las tiendas llaman la atención por las dimensiones de sus productos. Botellas de bebidas destiladas de 4 y 5 litros, golosinas, frutos secos...todo se vende al por mayor, bueno realmente esa es la gran mentira.




Y qué decir de los restaurantes. La exquisita y trabajada (por nuestra parte) raclette de El Refugi Alpí en Andorra la Vella.




La carne de buey a la piedra. También en El Refugi y para dos. Buena carne y también comida entretenida porque al fin y al cabo el que cocinas eres tú, eso sí, esto es otro tipo de trabajo.




Otro plato que abunda por cada esquina de Andorra son las fondues. Foundues de queso, de carne y casi de cualquier tipo de alimento, algo diferente y evidentemente con influencias francesas al igual que la raclette.




Risotto de foie impresionante y con un buen trozo de foie, no típico risotto aromatizado como dice mi amigo Jordi, perdón, ¡Jorge!. En este caso fuimos a Mama María donde ponen también buenas pizzas, buena carne y unos huevos rotos bien hechos.




Pero si me tengo que quedar con algo, son las cenas en casa. Esos espaguetis a la carbonara, salchichas con cebolla pochada...¿gastronomía típica en Andorra? No lo creo, pero sí para nosotros en esta época del año...bueno y en cualquier otra época.

1 comentario:

  1. Muy buena crónica Guillermo!!
    En la prxima visita a Andorra conoceremos nuevos lugares que nos faltaron.
    Un abrazo

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